Cenas con fecha de caducidad: comer para que otros coman
Por Elena Ayuso
En España cada hogar tira a la basura 160 kilos de comida al año. Con todo eso se podría alimentar a 12 millones de personas. Tras estos alarmantes datos y la reciente crisis económica que ha azotado al país, el gobierno español lo tiene claro: hay que reducir el desperdicio alimentario. Con el mismo objetivo nació Cenas con fecha de caducidad (www.cenasconfecha.com), un proyecto solidario impulsado por un grupo de jóvenes, que se basa en ofrecer cenas con los productos a punto de caducar, donados por comercios de alimentación. El lugar, el cocinero y el menú son efímeros e itinerantes. La recaudación obtenida se destina a becas de comedores infantiles. El lema de la iniciativa lo dice todo: comer para que otros coman.
Eric Bech es uno de los miembros de “Cenas con fecha de caducidad” (CFC). “Todo surgió cuando nuestra compañera Yoya, a su regreso de Brooklyn, EE.UU., nos contó que en la casa donde vivía, un vecino realizó una cena muy curiosa. Con una simple nota en el portal de su hogar anunciaba: ‘Próxima cena en la azotea’”, recuerda.
Solo pedía a los vecinos que quisieran asistir, que llevaran todo lo que tuvieran en casa a punto de acabar en la basura: esa manzana verde con un golpe o los tres huevos que llevaban deambulando por el lateral de la nevera sin saber su destino varios días. Lo que fuera. “Él preparaba una cena fantástica y antes de irse depositaban dinero en un bote, que se donaba posteriormente a una organización del barrio”, agrega Eric.
Diego Blanco, otro de los organizadores, añade que comenzaron a desarrollar este proyecto porque les parecía extraño que sobrase tanta comida en el mundo y a la vez haya tanta gente que no tenga acceso a ella. Así nació “una experiencia gastronómica efímera que se centra en concienciar sobre el despilfarro de alimentos y luchar contra la malnutrición infantil en España”.
Los datos son alarmantes: un tercio de los alimentos que se producen terminan en la basura, lo que equivale a 1300 millones de toneladas al año, de acuerdo con los cálculos de la FAO. Se calcula que hay más de un millón de niños desnutridos en el mundo. Solo en España, 1 de cada 3 niños está en riesgo de pobreza.
Según el Informe del consumo de alimentación en España 2016, la ciudadanía va concienciándose y tirando menos alimentos a la basura. Aun así, seguimos desperdiciando mucho y el dato más impresionante es que el 85% de lo que se despilfarra son productos sin elaborar, tal y como se compraron.
Con el propósito de reducir hasta un 50% el desperdicio alimentario, se están llevando a cabo iniciativas públicas y privadas. Además, han cobrado mucho auge los bancos de alimentos (ver recuadro).
Una segunda vida
Así que el equipo de CFC, jóvenes profesionales de la publicidad y de la comunicación que dedican su tiempo libre a este proyecto, se pusieron manos a la obra. El reto consiste en dar una “segunda vida” a esos alimentos descartados por los comercios debido a una fea apariencia o por una fecha de caducidad próxima, aunque su calidad sea buena.
Diego nos explica que es un proyecto totalmente solidario y colaborativo. “Los productos son siempre de máxima calidad, garantizando a los comensales una experiencia a la altura de los mejores restaurantes de nuestro país”.
Para empezar la cadena, piden a los comerciantes y mercados que contribuyan a la causa donando ese tipo de alimentos. Como afirma Consuelo, propietaria de una frutería en el centro de Madrid, “la gente lo quiere todo perfecto. En cuanto una fruta tenga una marca en la piel, el cliente no se la lleva”.
Ese es el tipo de productos que el equipo de CFC recoge. “De esta forma”, añaden sus integrantes, “queremos dar voz a esos pequeños comercios que están desapareciendo”.
A continuación, buscan una sala donde celebrar la cena. Normalmente es un espacio que tenga en su ADN una función formativa y educadora, como puede ser un museo, un colegio o una sala de ensayo de cualquier ciudad española dispuesta a colaborar, ya han habido eventos en Madrid y Barcelona, y un cocinero de renombre que, de forma benévola, se ponga manos a la obra y cree un menú con esos productos donados. Karlos Pascual, Joaquín Felipe, Albert Adrià, o Nuria Gironés ya han pasado por estos fogones solidarios. Además, se recurre a voluntarios para servir las cenas y hay marcas que donan sus productos para completar los eventos.
Por todo ello, se denominan “cenas con fecha de caducidad”, porque son efímeras: nunca se repite el menú, ni el cocinero, ni el lugar; solo la causa: luchar contra el despilfarro de alimentos.
Los comensales pagan una tarifa que suele rondar los 60 euros y que va destinada a una causa también benéfica como son los comedores infantiles. Así se cierra el círculo: comer para que otros coman.
Viaje gastronómico
La cena más reciente se celebró el 16 de noviembre en Madrid. Tuvo lugar en el Museo de Ciencias Naturales, en la sala de los dinosaurios. Se recogieron productos donados por un mercado próximo. En esta ocasión, el cocinero fue Julius Bienert, muy conocido en España y con programa propio en Canal Cocina. Julius realizó una serie de platos fríos, los cuales fueron degustados en formato cóctel por 50 comensales rodeados de esqueletos de dinosaurios.
Un menú con el que a uno se le hace la boca agua: tartar de atún, ceviche de langostinos, steak tartar, burrata con mermelada de tomate, brocheta de tomate cherry y mozarella, rollitos de cecina y foie, carpaccio, habitas con jamón, brocheta de pulpo, albóndigas al curry y carrillera estofada. Todo ello acompañado de una cata de aceites y conservas.
Además, los participantes disfrutaron de una visita guiada nocturna por el museo como colofón a toda una experiencia. Experiencia que va a permitir construir un comedor infantil en Tanzania a través de la ONG Tierra Amani.
“Es algo único y diferente. Contribuyes a una causa solidaria y, además de disfrutar de una comida con un cocinero bueno, sales más concienciada aún de todo lo que podemos hacer para no desperdiciar tantos alimentos”, opina Ángela Lobón, que asistió a esta cena con un grupo de amigos que no duda en repetir la experiencia.
Eric Bech señala que “la gente que llega a la cena ya viene muy evangelizada. Intentamos que sea una experiencia única, amena y divertida. Aunque no queremos ser pesados durante las cenas, siempre lanzamos nuestro mensaje. Es importante que la gente sepa que estamos ahí para pasarlo bien, pero siendo conscientes de que el despilfarro y la malnutrición infantil son una contradicción absolutamente reversible”.
Ángela confirma que acudió a la cena ya sensibilizada por este tema. “En mi casa acogíamos cada verano a niños saharauis, que se sorprendían mucho cuando veían que tirábamos restos de comida a la basura, incluso envases sin abrir porque se nos había pasado la fecha. Y no te cuento cuando veían que dábamos una sobra al perro…”
En CFC creen que el balance es muy positivo. Van a seguir con el proyecto, el cual lo ampliarán, además, con la publicación de un libro de recetas para padres e hijos titulado “Ajo el cocinillas”, donde con recetas muy sencillas “enseñamos la importancia de cocinar con productos de temporada y a no despilfarrar alimentos”, concluye Bech.
En CFC están convencidos de que la educación de los más pequeños es fundamental para un futuro más sostenible.
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Medidas concretas
· Existen 56 bancos de alimentos en España que reparten alimentos a entidades y asociaciones, no directamente a particulares. Son el instrumento idóneo para canalizar y tratar los excedentes y donaciones de alimentos, ya que garantizan la conservación de los productos, tal y como obliga la legislación a todas las entidades receptoras de donaciones de alimentos.
· Cualquier donación realizada a fundaciones, organizaciones no gubernamentales de desarrollo, federaciones deportivas españolas y autonómicas (Comité Olímpico y Paralímpico), y asociaciones declaradas de utilidad pública, da derecho a desgravaciones fiscales que oscilan entre 35% y 40% del Impuesto de Sociedades, con el límite del 10% de la base imponible.
· Entre las iniciativas privadas que se están realizando cabe destacar: aplicaciones móviles destinadas a reducir desperdicios alimentarios; talleres educativos sobre cómo colocar los alimentos en el frigorífico o planificar la compra diaria; aprovechamiento de excedentes de producción para la creación de nuevos productos; y plataformas ciudadanas para luchar contra el desperdicio.