La exposición temprana a conflictos bélicos y hambrunas marcan la salud de la vida adulta

Elena Ayuso.

Dos recientes estudios con participación del CSIC sobre las consecuencias de la exposición temprana a hambrunas o guerras en la salud a largo plazo revelan su implicación en enfermedades crónicas en la edad adulta y las diferencias según el periodo y el sexo: si tiene lugar durante la gestación, las consecuencias son biológicas, mientras que la exposición durante la infancia o adolescencia produce impactos socioeconómicos. Los varones muestran consecuencias negativas más acentuadas en una gama más amplia que las mujeres. Daniel Ramírez Smith, uno de los investigadores y científico del CSIC, nos lo explica.

Dos estudios, realizados por Steven A. Haas (de la Universidad de Pensylvania, Estados Unidos) y Daniel Ramírez Smith (del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC), analizan esta asociación desde dos hechos históricos. En «Windows of vulnerability: consequences of Exposure Timing during the Dutch Hunger Winter» (publicado en Population and Development Review), los autores examinan una muestra de 123.789 supervivientes de la hambruna sufrida en los Países Bajos en el invierno de 1944-1945 y en «Childhood exposure to war and adult onset of cardiometabolic disorders among older Europeans» (publicado en Social Science and Medicine) toman los datos de una cohorte de 19.181 individuos expuestos a la Segunda Guerra Mundial (SGM) en sus edades más tempranas.

Los autores se preguntaron si la exposición infantil a la guerra está asociada con la aparición más temprana de enfermedades cardiometabólicas, si este riesgo adicional varió según el momento de la primera exposición y si se manifestó a través de diferentes vías de vida según el momento de la exposición. Y partieron de la hipótesis de que la exposición en el útero produce resultados biológicos, aumentando riesgos de problemas cardiometabólicos, musculoesqueléticos y sensoriales en la vida posterior. A medida que el momento de la exposición cambia a los períodos posnatal y posterior de la infancia, las consecuencias pasan de ser principalmente de naturaleza biológica a tener un impacto cada vez mayor en los procesos implicados en el desarrollo social y socioeconómico, como la educación y los ingresos.

Según el periodo de la exposición

Los resultados demuestran que la desnutrición por hambruna o exposición a la guerra está asociada con un mayor riesgo de por vida de enfermedad cardiovascular, diabetes, colesterol alto e hipertensión, sobre todo entre las cohortes expuestas en el útero o durante la primera infancia. Los resultados también sugieren que es probable que el impacto en los trastornos cardiometabólicos sea directo. Esta asociación varía según la edad de la primera exposición: mientras que es más pronunciada para aquellas personas expuestas en el útero o en los primeros dos años de vida, la asociación disminuye en niños de 3 a 7 años, aunque los impactos son aún considerables.

La desnutrición, pues, conduce a efectos heterogéneos dependiendo de cuándo se produce la exposición. En el útero conduce a condiciones nocivas en la salud física (diabetes, enfermedad cardiovascular, obesidad, así como deficiencias musculoesqueléticas y discapacidad auditiva) y un nivel socioeconómico más bajo. La prevalencia de enfermedades cardiovasculares es del 11,4 por ciento para aquellos que vivieron en una región de hambruna durante la infancia, mientras que para los no expuestos la prevalencia es del 7,8 por ciento. Según la investigación sobre la SGM, los expuestos en las etapas más tempranas desarrollan enfermedades cardiometabólicas aproximadamente tres años antes que los que no lo sufrieron de la misma edad.

Los resultados obtenidos en el curso de la investigación demostraron que la exposición a la desnutrición en el útero es más vulnerable a efectos que conducen a consecuencias fisiológicas. Cuanto más temprana sea la exposición (primer trimestre de gestación), más vulnerable es la persona para experimentar alteraciones en su desarrollo biológico.

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Dos estudios, realizados por Steven A. Haas (de la Universidad de Pensylvania, Estados Unidos) y Daniel Ramírez Smith (del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC), analizan esta asociación desde dos hechos históricos. En «Windows of vulnerability: consequences of Exposure Timing during the Dutch Hunger Winter» (publicado en Population and Development Review), los autores examinan una muestra de 123.789 supervivientes de la hambruna sufrida en los Países Bajos en el invierno de 1944-1945 y en «Childhood exposure to war and adult onset of cardiometabolic disorders among older Europeans» (publicado en Social Science and Medicine) toman los datos de una cohorte de 19.181 individuos expuestos a la Segunda Guerra Mundial (SGM) en sus edades más tempranas.

Los autores se preguntaron si la exposición infantil a la guerra está asociada con la aparición más temprana de enfermedades cardiometabólicas, si este riesgo adicional varió según el momento de la primera exposición y si se manifestó a través de diferentes vías de vida según el momento de la exposición. Y partieron de la hipótesis de que la exposición en el útero produce resultados biológicos, aumentando riesgos de problemas cardiometabólicos, musculoesqueléticos y sensoriales en la vida posterior. A medida que el momento de la exposición cambia a los períodos posnatal y posterior de la infancia, las consecuencias pasan de ser principalmente de naturaleza biológica a tener un impacto cada vez mayor en los procesos implicados en el desarrollo social y socioeconómico, como la educación y los ingresos.

Según el periodo de la exposición

Los resultados demuestran que la desnutrición por hambruna o exposición a la guerra está asociada con un mayor riesgo de por vida de enfermedad cardiovascular, diabetes, colesterol alto e hipertensión, sobre todo entre las cohortes expuestas en el útero o durante la primera infancia. Los resultados también sugieren que es probable que el impacto en los trastornos cardiometabólicos sea directo. Esta asociación varía según la edad de la primera exposición: mientras que es más pronunciada para aquellas personas expuestas en el útero o en los primeros dos años de vida, la asociación disminuye en niños de 3 a 7 años, aunque los impactos son aún considerables.

La desnutrición, pues, conduce a efectos heterogéneos dependiendo de cuándo se produce la exposición. En el útero conduce a condiciones nocivas en la salud física (diabetes, enfermedad cardiovascular, obesidad, así como deficiencias musculoesqueléticas y discapacidad auditiva) y un nivel socioeconómico más bajo. La prevalencia de enfermedades cardiovasculares es del 11,4 por ciento para aquellos que vivieron en una región de hambruna durante la infancia, mientras que para los no expuestos la prevalencia es del 7,8 por ciento. Según la investigación sobre la SGM, los expuestos en las etapas más tempranas desarrollan enfermedades cardiometabólicas aproximadamente tres años antes que los que no lo sufrieron de la misma edad.

Los resultados obtenidos en el curso de la investigación demostraron que la exposición a la desnutrición en el útero es más vulnerable a efectos que conducen a consecuencias fisiológicas. Cuanto más temprana sea la exposición (primer trimestre de gestación), más vulnerable es la persona para experimentar alteraciones en su desarrollo biológico.

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