Grafitis de luz, obras efímeras en la ciudad

Elena Ayuso / Madrid

Fotos: Gustavo Sanabria

Llueve en Madrid. Y es de noche. En el Parque del Oeste, 50 botas de caucho encendidas, sí, iluminadas, tiñen de colores la vegetación. ¿Es un sueño? No, son artistas que celebran que en Madrid por fin llueve, aliviando así la contaminación.
‘Sin contaminación, por un rato’. Así etiquetan su luminosa idea. “Simplemente queríamos animar con nuestras luces a que la gente se calzara las botas, echara a andar y dejara el coche aparcado, por lo menos mientras la lluvia se encargaba de reducir un poco los niveles de contaminación”, afirman rotundos.

Son ‘Luzinterruptus‘, un colectivo de arte urbano que desde 2008 lleva a cabo intervenciones en espacios públicos, principalmente de Madrid, con el fin de “poner un punto de atención luminoso a problemas que detectamos en la ciudad y que parecen pasar desapercibidos a las autoridades y a los ciudadanos”.

Como cuando, en plena campaña electoral, cubrieron las cabinas de teléfono que utilizaban los partidos políticos para pegar sus carteles y las metieron en grandes bolsas de basura, “listas para el reciclaje, con políticos dentro”. La acción se denominó ‘Por favor, reciclen sus basuras’.

Otras veces se trata de poner en valor un rincón especial. Para ello emplean material reciclable. Y luz, mucha luz. De ahí el nombre del colectivo: ‘Luzinterruptus’, ‘luz interrumpida’, dada la naturaleza efímera de la obra. Y de ahí la necesidad de fotografiarla, de inmortalizarla, de seguir creando conciencia más allá de una noche.

Convencidos de que los monumentos de Madrid están demasiado iluminados, rodearon la Puerta de Alcalá de 100 gafas de sol de gran tamaño y distintos colores, para que viandantes y conductores pudiesen admirarla sin deslumbrarse por los potentes focos de luz que se proyectan sobre la superficie del emblemático monumento. ‘Gafas para iluminación monumental’.
“Utilizamos la luz como materia prima y la noche como lienzo”, declaran. En efecto, sus intervenciones son luminosas, nocturnas, secretas y efímeras. Y de libre acceso, todo el mundo puede acercarse, tocar, participar, apagar las luces, interactuar…


Como cuando cubrieron de pezones de silicona diversas esculturas al aire libre del Museo de Arte Público con el fin de que el ciudadano de a pie tenga contacto con el arte. ‘¡Toca!, ¡toca!, que no pasa nada’… fue en esta ocasión el grito de guerra de ‘Luzinterruptus’, que pretendía que «los transeúntes que siempre caminan de paso por esta zona, de grandes oficinas y lujosas casas, adquirieran conciencia del entorno expositivo y se tomaran tiempo mirando y tocando sin reparo».


Esconden su identidad, no haciendo públicos ni sus nombres ni sus rostros, aun siendo protagonistas de reportajes en canales de televisión extranjeros. Y es que la actividad de ‘Luzinterurptus’ se internacionaliza y reciben invitaciones de museos y festivales de arte. Ya no tienen fronteras. Han actuado en Polonia, Londres o Nueva York, donde cubrieron el asfalto de Water Street, bajo el puente de Brooklyn, con 800 libros, impidiendo así la circulación de coches. ‘Literatura versus tráfico’.


O en Hamburgo, donde con la instalación ‘Control Radiactivo’, un misterioso ejército de 100 figuras iluminadas avanzando amenazantes, se invitaba “a reflexionar sobre el uso y abuso de la energía nuclear, barata en términos
económicos, pero que puede llegar a ocasionar graves efectos secundarios para el medio ambiente y la salud, irreversibles hasta la eternidad”.
Otra vez anochece. Las escalinatas del edificio de la Bolsa, que alberga Junta General de Accionistas en unas horas, se tapizan con páginas luminosas de periódicos de noticias económicas…. Es la crisis, la crónica de una crisis anunciada… Pero ‘Luzinterruptus’ no anuncia su próxima intervención. Ni cuándo, ni dónde. Eso solo aparecerá en su web un día después.

http://arndigital.com/articulo.php?idarticulo=919&puntuacion=5